Si viajas a Burgos tienes que descubrir sus costumbres, paisajes, pueblos, gastronomía, etc. La Vanguardia informa que «fue capital del Reino de Castilla entre el 1038 y el 1085, y su época de máximo esplendor coincide con el reinado de los reyes Católicos, de esa época de gloria quedan vestigios visibles por toda la ciudad. Y es que ha sido testimonio de importantes episodios de la historia, sobre todo durante la edad media».
Te aconsejamos que si viajas a esta ciudad, opta por un alojamiento rural para desconectar y disfrutar de un ambiente relajado.
Esto lo sabe bien los expertos de Casa rural Camino Blanco, ya que ofrecen una casa rural con un interior de diseño moderno-nórdico y este establecimiento cuenta con una gran variedad de servicios, como préstamo de bicis vintage, juegos de mesa, piscina, barbacoas, cunas, tronas y WiFi.
Ellos explican que en Burgos hay infinidad de bares donde ir de tapas y que es típico el cordero o lechazo asado en horno de leña. No te vayas sin probar la “alubia de Ibeas”, una variedad de alubia de color burdeos y destaca por su sabor.
La localidad de Ibeas de Juarros es una de las más conocidas por el cultivo de las legumbres. Esta alubia no puede faltar en la “olla podrida”. A continuación, te explicamos cuáles son los platos típicos de Burgos. ¡Toma nota!
La ‘olla podrida’
Este guiso es un plato típico de Burgos y su apelativo «podrida» tiene diferentes significados. El primero de ellos, se refiere a que los ingredientes acaban más o menos deshechos, tras largas horas de cocción.
En un castellano más antiguo «Olla poderida», podría referirse a la olla de los poderosos, ya que es un guiso contundente en proteínas de origen animal, a las cuales sólo podía tener acceso los más pudientes.
¡Te encantará este plato de alubias, costilla de cerdo adobada, chorizo, morcilla de arroz, panceta, oreja y morro de cerdo!
Patatas a la importancia
Es un plato muy típico de Burgos y es fácil de preparar. Los ingredientes que se necesitan para preparar esta receta son: patatas, huevos, cebolla, ajo, vino blanco, caldo de ave o de carne, sal, perejil y harina.
Morcilla de Burgos
El periódico digital Okdiario informa que «la morcilla de Burgos es el producto típico de Castilla y León que más se consume en todo el mundo. Se elabora con sangre de cerdo, arroz y cebolla. Se puede tomar sola, o utilizarla a modo de ingrediente en diferentes platos».
Queso de Burgos
Los quesos de Burgos destacan por su sabor y el color blanco, ya que se elaboran con leche de oveja o de vaca. Puedes disfrutar de este queso con miel, membrillo o en una rica ensalada.
Lechazo asado
No te puedes ir de Burgos sin probar una buena carne. Este plato se trata de un cordero lechal que se asa lentamente en horno de leña hasta que queda dorado por fuera y jugoso por dentro. Se sirve con una ensalada de lechuga y cebolleta.
Chuletón de vaca
Si te encanta la carne puedes probar el chuletón de vaca, se trata de una carne de vaca vieja, que se corta en chuletones de gran tamaño y se cocina a la parrilla.
Chevalier
En las confiterías burgalesas encontrarás el chevalier, un dulce típico de la ciudad de Burgos. Te encantará este bollo relleno de nata, ya que con él puedes endulzar tus meriendas.
El repostero de origen vitoriano, Jesús Pinedo, comenzó a elaborar este dulce a mediados de los años 30. Un dato muy curioso es que este pastel lleva el nombre del cantante francés Mourice Chevalier.
“Yo vine a burgos a trabajar en el año 57 después de pasar por una pastelería en Segovia. Ya en aquel momento Pinedo hacía su Chevalier y había gente que iba exclusivamente allí a comprar este pastel. Las Yemas de Burgos también eran famosas, pero sí es cierto que las yemas, aunque con diferencias, se hacen en más sitios. El chevalier siempre a sido muy de Burgos”, dice el pastelero Maxi Sacristán.
Sopa castellana
Es un plato muy humilde y los ingredientes que necesitas para preparar esta sopa son: pan duro, ajos, huevos, tacos de chorizo, agua, sal y pimentón.
Yemas de Burgos
Las yemas de Burgos son uno de los dulces más tradicionales de la capital burgalesa y destacan por su cremosidad. Es una receta que se prepara con yema de huevo y azúcar, cocida a baño maría.
En el siglo XVI las monjas de un monasterio de la ciudad las comenzaron a elaborar para aprovechar las yemas sobrantes de los huevos que utilizaban en la cocina.