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Vino y edad: importancia de la añada

Todos, eruditos y profanos hemos oído en alguna ocasión el término añada, relacionado directamente con el mundo del vino. Para la gran mayoría, esta palabra hace referencia a su calidad y la edad del caldo en cuestión. Aunque cabe reconocer que, salvo a los amantes del vino, se les escapa un poco todo lo que implica a la hora de elegir un buen vino. La importancia de la añada, va más allá del tiempo que el vino lleva en la botella.

Por norma general, de forma inevitable, este término debe aparecer en las etiquetas de cada botella de vino, formando parte de la descripción del mismo. De entrada, podemos decir lo más evidente, la añada, se refiere al año en el que se cosechó la uva con la que se produjo el vino. Es decir, no se trata como algunos pueden pensar, del año de elaboración del mismo, sino del año en el que se cultivó y cosecho la uva destinada a convertirse en vino. Esto determina que cada añada sea única y venga influenciada por una serie de factores climáticos y ambientales, además de los propios del cultivo. Aspectos que pueden tener un gran impacto en el resultado final de la producción. Sabor, aroma y calidad, van intrínsecamente ligados a la añada.

Siendo así, resulta más fácil comprender que cuando se da a conocer la calificación de una añada en particular, como puede ser por ejemplo la de 2022 de la Denominación de Origen Ribera del Cuero, como nos comentan desde Bodegas Federico, dedicados en cuerpo y alma a este apasionante mundo, se habla de una calificación obtenida por un Comité Excepcional de Calificación de la Añada. No se trata, por lo tanto de una calificación cualquiera y no se obtiene si la uva, no pasa por su correspondiente prueba. Si te interesa el mundo del vino y quieres adentrarte en él o, sencillamente quieres conocer algunos aspectos relevantes a la hora de la compra, sigue leyendo.

Hablando de años…

Como decimos, la añada del vino, no es otra cosa que el año en el que se lleva a cabo la vendimia de las uvas con las que se ha producido el vino. Este dato, conlleva, recordemos, una serie de factores que influyen en la calidad y variedad del vino que se va a producir. En el momento en el que se lleva a cabo la vendimia, se determina la fecha de la añada. Gracias a este simple dato, es posible obtener muchísima información sobre el vino que tenemos en las manos y su calidad.

De hecho, si la vendimia fue buena, también lo será la añada, por lo tanto el vino resultante de esa cosecha, tendrá todo lo necesario para gozar de un excelente resultado. Por supuesto, hay que señalar que existen otros factores condicionantes dentro del proceso de elaboración, tan determinantes en la calidad y el resultado final del vino, como la añada. Pero sin una buena añada, las probabilidades de un buen resultado, disminuye.

Por decirlo de otra manera, es como si elaboras una receta con ingredientes pasados o frescos. El resultado, no será el mismo. En el primer caso, el plato podrá consumirse pero sin apreciar sus matices, mientras que en el segundo, los sentidos disfrutaran de todo lo que aportan esos ingredientes frescos y naturales. Con el vino, sucede igual, una buena uva, recogida en el momento preciso, proporcionará un vino de mayor calidad, con mayor aroma, sabor y matices.

Conocer la añada de un vino, depende de la indicación que proporcione la bodega que, suele indicar el año de la cosecha en la etiqueta o contra etiqueta de la botellas. Aunque puede colocarse en el cuello de la botella o, incluso, el corcho. El lugar, es lo menos relevante. Lo importante es disponer de la información, a pesar de que algunos vinos no cuentan con añada en la etiqueta. Veamos cuales son las razones de que así sea.

En realidad, son cuatro los tipos de vino que no suelen poner la añada en la etiqueta. A saber, son los vinos de mezcla o cuvées, los fortificados, los que proceden de regiones sin regulación o los de calidad inferior.

A consecuencia de esto, conviene tener presente que los vinos de mezcla o cuvées, son aquellos que se elaboran a partir de uvas de diferentes añadas, por lo que es imposible determinar un año y ponerlo en la etiqueta. Respecto a los vinos fortificados, podemos decir que se trata de vinos dulces como el Oporto o el Jerez que, frecuentemente son mezclados con vinos de diferentes añadas, dificultando la determinación de la añada.

Con los vinos procedentes de regiones que no cuentan con regulación, como sucede en algunos países en los cuales la regulación sobre la etiqueta del vino, no suele ser muy estricta, los productores pueden optar por no incluir la información. Por supuesto, cuando se habla de un vino de baja calidad, es lógico que los productores opten por no incluir la añada en la etiqueta, puesto que no cumple con los estándares de calidad que proporciona una determinada añada.

No obstante, resulta de gran importancia tener muy presente que, la mayoría de los vinos de elevada calidad, cuentan con una etiqueta que incluye la añada. De tal manera que proporciona una excelente información a los consumidores.

Un buen año, un buen vino

En el mundo del vino, se dice que una añada es buena cuando las vides han gozado de una buena salud. Dando como resultado, unas uvas que, tras experimentar un adecuado y óptimo proceso de desarrollo y maduración, proporcionan un producto de calidad.

Para que esto sea así, las condiciones climáticas deben ser las adecuadas. El medio en el que las uvas se cultivan y maduran, es uno de los aspectos fundamentales para proporcionar ese carácter y calidad necesarios. Otro de los aspectos que también cabe considerar, es el rendimiento del viñedo en lo que a producción de racimos de uva que proporciona o las posibles enfermedades que puedan padecer las vides.

El conjunto de todos estos factores, afecta de forma directa a la clasificación de las añadas del vino. Razón por la cual, los profesionales del sector que se ocupan de forma directa e integra a las vides y su cultivo, tienen una labor tan importante.

Como resultado de este duro trabajo, consistente en el cultivo, cuidado y vendimia de la vid, se obtiene la clasificación de cada añada. Información de consulta pública que se encuentra en la página oficial de la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas. Esta asociación es la que se ocupa de la representación de las diferentes denominaciones de origen de nuestro país, manteniendo actualizados los datos correspondientes.

La clasificación de las añadas del vino, queda de la manera siguiente:

  • Excelente, cuando se conjugan unas condiciones climatológicas adecuadas para el tipo de uva, el vino y la zona de producción.
  • Muy buena, en el caso de que las uvas hayan obtenido una cantidad satisfactoria de luz solar, precipitaciones frecuentes pero no abundantes y espaciadas.
  • Buena, cuando, aun gozando de unas buenas condiciones climáticas, han pasado por alguna adversa.
  • Regular, si las condiciones climatológicas no han sido del todo favorables para esas vides. Es probable que sufrieran adversidades como exceso de lluvias, heladas o fuertes sequias que, provocan deficiencia de azúcar en la uva y proporcionan un vino ácido.

En este sentido, las heladas son una de las condiciones adversas que más perjudican si se recrudecen. Estos factores afectan de forma negativa al desarrollo de la uva y su calidad, de tal manera que las propiedades organolépticas del vino resultante, no serán las esperadas.

Cada una de las denominaciones de origen existentes, dispone de la información correspondiente a la añada del vino. Es fácil observar que, a menudo las clasificaciones, resultan favorables. Este hecho, puede hacer que el consumidor desconfíe del criterio, por lo que conviene recordar y tener presente que los productores de vino, se esfuerzan sobremanera para cuidad y proteger sus vides, con la finalidad de proporcionar el mejor vino y evitar las adversidades.

Antes de concluir, queremos hacer una mención a la importancia que la añada tiene en el vino blanco. Algo que por lo general, se ignora. Al contrario de lo que pueda parecer, el dato difiere en ambos casos. La añada del vino tinto y la del blanco, presenta numerosas diferencias. Siendo una de las más importantes, la madurez de la uva que, por lo general, en el caso del vino tinto, suele ser más tardía que para las uvas destinadas al vino blanco. Lo que conlleva que la fecha de la vendimia, sea diferente en cada caso, afectando en la calidad de la añada del vino.

Del mismo modo, hay que considerar la duración del proceso de fermentación que, para el vino tinto, igualmente es mayor que para el vino blanco. Este factor, hace posible que la fecha de la cosecha de las uvas de vino tinto sean menos determinantes para el resultado final. Por supuesto, la variedad de la uva influye directamente, pues su madurez y fermentación es diferente en cada caso, lo que puede influir en la calidad de la añada.

En resumen, a la hora de comprar un vino, el año es un factor relevante.

 

 

 

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