Cada año escolar cuando nos metemos de lleno en la rutina nos toca cuadrar nuestros horarios con los de nuestros hijos: planificar si necesitamos el aula matinera, si se quedarán a comedor y qué días y cuáles serán las actividades extraescolares a las que van a asistir. Todo esto, así en dos frases, parece dicho y hecho, aunque la realidad es un poco más compleja.
Cada día nos encontramos una mayor oferta de actividades complementarias para nuestros hijos y puede que nos sintamos abrumados por la responsabilidad de elegir, pero sobre todo porque queremos elegir bien. ¿Deportivas, artísticas, idiomas, de autoconomiento o mejor refuerzo?
Tradicionalmente, las actividades deportivas, entre ellas de forma muy destacada el fútbol, eran las más demandadas. Todavía en la actualidad, un 46% de las familias que eligen actividades deportivas para sus hijos elige el fútbol y la natación (45,4%), a mayor distancia queda en baloncesto (17,8%), las artes marciales (17,40%), la danza (11,8%) y el tenis (11,6%).
Casi la totalidad de las familias considera que el aprendizaje de un segundo idioma, casi siempre el inglés, es imprescindible, por ello un 67,8% decide matricular a sus hijos a extraescolares de idioma extranjero. Las actividades más culturales preferidas son la música (24%) y la pintura (13,2%).
Sin embargo, en los últimos tiempos se ve que hay un cambio de tendencia que tiene que ver tanto con las inquietudes de los padres como con la oferta educativa que brindan las empresas especializadas. Es de este modo como podemos ver numerosas actividades que se centran en el conocimiento y desarrollo de la inteligencia emocional, la atención plena, la programación mediante la robótica o vivir la ciencia a través de la experiencia.
Entonces, ¿cómo elegir?
En primer lugar, es imprescindible que nos planteemos que podría aportarle a nuestro hijo/a la elección de una u otra actividad, teniendo muy presente si encaja con sus intereses, sus características personales y sus motivaciones.
En segundo lugar, deberíamos intentar que nuestra elección fuera lo más equilibrada posible, ya sea conjugando varias actividades, teniendo en cuenta que haya de las que inviten al movimiento y la expresión corporal con otras que sean más académicas y/o cognitivas, o intentando equilibrar las horas que pasan esforzándose en el colegio, con actividades que los lleven al disfrute.
Hoy se sabe gracias a la neurociencia que las actividades deportivas ayudan a establecer, a nivel cerebral, las conexiones necesarias para el cálculo o la lectura, ya que ponen en conexión los dos hemisferios cerebrales. Si, además, son deportes de equipo estaremos trabajando valores como la cooperación, la resolución de conflictos, el cumplimiento de normas, la comunicación, el respeto, la paciencia y la empatía. En niños tímidos puede ser la excusa perfecta para empezar a establecer relaciones, a través del trabajo de la sociabilidad y la seguridad en sí mismos. En cambio, actividades como el judo, el yoga, la capoeira, serían interesantes para niños con un carácter más extrovertido, más activos, con necesidad de encontrar un equilibrio entre sus necesidades expansivas y el autocontrol.
Las actividades artísticas nos facilitan la conexión con nuestras emociones, al igual que las actividades de autoconocimiento que nos permiten proveer a nuestro hijo de herramientas de conocimiento personal y crecimiento, pensamiento analítico y facilidad para empatizar con los demás.
Las actividades de conocimiento de idiomas y refuerzo deben valorarse sobre todo para no sobrecargar a los niños después de la larga jornada escolar. Solo si vemos que realmente las disfrutan o las necesitan es cuando debemos incluirlas en sus rutinas.
Los niños son mucho más sensibles de lo que parecen y obligarles a hacer algo que no les gusta o hacerles sentir saturados por la falta de desconexión y tiempo para “no hacer nada”, puede verse traducido en nerviosismo, trastornos del sueño o cambios de humor, que pueden ser sintomáticos de que no son capaces de seguir adelante con todo lo que les hemos propuesto.
Tiempo libre
Como hemos podido comprobar las actividades extraescolares aportan numerosos beneficios, entre ellos, la gran ventaja que aportan todas ellas es el componente social que todas comparten. Este factor se trata de un elemento que es sumamente enriquecedor y positivo por su contribución al autoconcepto y autoestima personal de los niños que participan en ellas. Además de ofrecer un ocio alternativo saludable, con el que evitamos la sobreexposición a las pantallas, ya sean de televisión o videojuegos.
Sin embargo, hemos de tener en cuenta que los niños necesitan disponer de tiempo libre cada día, en el que poder disfrutar del juego no dirigido, e incluso del aburrimiento. Es primordial, durante toda la infancia, respetar esos espacios propios y no estructurados, ni en horarios ni en actividades, en los que el niño pueda desarrollar plenamente la creatividad, la imaginación, la necesidad de practicar y ponerse en diferentes roles, explorar sus límites y su entorno, tomar decisiones, en definitiva, aportar positivamente a su desarrollo integral.
Gasto mensual
El factor económico también hay que tenerlo en cuenta, ya que además de todos los gastos que conlleva el comienzo del curso escolar, normalmente todo este tipo de actividades también exigen el pago de una matrícula además de la cuota mensual, por lo que el mes de septiembre suele ser un mes repleto de gastos. Y eso no es todo, si la actividad elegida tiene algún tipo de requisito como equipación o material específico, conviene que hayamos sido previsores y tengamos algo ahorrado para hacer frente a estos gastos. Quizá no sea obligatorio, pero ¿quién puede resistirse a unas botas de fútbol como las que he encontrado en Ashi Sports?
Caprichos aparte, según una encuesta realizada a 500 familias españolas con hijos con edades comprendidas entre los 2 y los 8 años, una familia media gasta entre 50 y 100 euros mensuales por niño y actividad extraescolar durante todo el curso académico. Pero esta cantidad varía al alza en un 30% de los encuestados dependiendo del número de hijos que se tenga, así como del número de extraescolares a realizar por el niño, ya que, por diversos motivos, a veces una sola actividad no es suficiente.
Resumiendo, como dijo Aristóteles, la virtud está en el término medio (“aurea mediocritas”). Tomar una decisión responsable es más fácil si contamos con todos los datos, información de la actividad, opiniones de conocidos, haberla valorado con nuestros hijos, si tienen edad, o valorarla en el transcurso y, sobre todo, dejar de lado los agobios: no pasa nada por rectificar a tiempo si nos damos cuenta de que el resultado no es lo que esperábamos, quizá no era el momento, o quizá no es para nuestros hijos. Nuestra máxima debe ser que además de aprender, disfruten.